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En realidad, quisiera que todos los hombres fueran como yo; pero Dios le ha dado a cada uno su propio don, a algunos de alguna manera y a otros, de otra.

A los solteros y a las viudas les digo que sería bueno que se quedaran como yo; pero si no pueden dominarse, que se casen; pues es mejor casarse que arder de pasión.

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